Pobres y Humildes en Vocación de Iglesia,
Profecía de Esperanza

La comunidad corporaliza nuestro dinamismo evangelizador en la iniciativa y creatividad de personas, familias e interacciones y relaciones emergentes. “Lo que vimos y oímos os lo anunciamos también a vosotros, para que compartáis nuestra vida, como nosotros la compartimos con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto para que se colme vuestra alegría”(1Jn 1, 3-4). Surgimos en el gozo de la comunión de la vida misma del Padre y del Hijo en donación de Espíritu que nos hace evangelio, sobreabundancia del misterio de la Iglesia. Nuestra evangelización quiere ser relacionalidad y entrega de cuanto somos y hacemos con lo próximo. Evangelizar será el compartir generoso de nuestras personas, lugares, tiempo y ser.

Evangelizamos desde itinerarios y procesos de nuestras personas en creciente conciencia de gratuidad. “Me hice todo a todos para salvar como sea a algunos. Todo lo hago por el evangelio para participar de él” (1Co 9, 22-23). Un existir en donación, transparencia y comunicación de cuanto somos. Ser Iglesia será destino y trabajo de ofrenda, redención y misión en una interacción e implicación liberadora. Eclesialidad es historicidad, encarnación y arrojo desde la comunión, los padecimientos y esperanzas de la carne.

Cada una de las comunidades, y desde ellas las personas en su singularidad creyente humana, constituye el lugar originario de evangelización desde un compartir dinámicas y desde una participación creciente en el ser y hacer de la Iglesia. Cada comunidad genera en su interior un movimiento de evangelización desde procesos y hallazgos personales. El acompañamiento, implicación y comunión honda en los dinamismos y anhelos más íntimos y totales nos constituye en un movimiento humano eclesial. Encuentros semanales, mensuales y jornadas de interiorización, reflexión y diálogo, van jalonando nuestro itinerario evangelizador. El cultivo de la interioridad creyente, desde la existencia y la palabra, nos constituye en discernimiento y descenso permanente a la realidad.